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Cristóbal Colón






Habí a nacido en Gé nova y era hijo de un humilde tejedor que antes habí a sido tabernero. La polé mica sobre su origen se debe a que Coló n se pasó la vida procurando ocultar sus humildes orí genes, inventá ndose la historia de su vida, “leyenda o leyendas” que tanto ha dado que hablar a los historiadores.
Coló n no fue famoso en su tiempo. El romanticismo lo idealizó como aventurero y perdedor, y el nacionalismo italiano lo erigió en hé roe nacional. Como persona, la verdad es que dejaba bastante que desear. Era un tipo sin escrú pulos, vanidoso, soberbio, megaló mano, desconfiado, ambicioso y sediento de oro.
Esperaban llegar a las tierras de la abundancia descritas por Marco Polo unos siglos antes. Pero Marco Polo, siguiendo la ruta de la seda, habí a visitado realmente China y el Oriente. Por el contrario, las carabelas llegaron a un continente nuevo, completamente desconocido. Ni rastro de India, la de las especias, nada de palacios de jade y tejados de oro, nada de seda y joyas de ensueñ o. Lo que encontraron fueron unos pocos indios con taparrabos, muy pobres. (…)
En principio, como vemos, hubo decepció n pues no se encontraron ni la seda, ni las especies ni el oro que buscaban. Coló n, ambicioso, al ver que las nuevas tierras no eran rentables empezó a vender indios como esclavos y cometer otros abusos que no gustaron a los reyes de Españ a y rompieron el acuerdo de explotació n que tení an con é l (en dicho acuerdo Coló n serí a virrey de todos los territorios conquistados y se llevarí a el 10% de la riqueza, el resto para Castilla). Incluso fue juzgado y condenado, aunque finalmente se restituyó su honor y los acuerdos con la monarquí a se mantuvieron pero con recortes. Coló n murió siendo un hombre rico y sobre todo sus descendientes emparentados con la nobleza.
(Semblanza de Colon readaptada del libro Historia de Españ a contada para escé ptico s, de Juan Eslava Galá n)

Guerra civil (1936-1939)

La Guerra Civil Españ ola fue un conflicto social, polí tico y militar —que má s tarde repercutirí a tambié n en un conflicto econó mico— que se desencadenó en Españ a tras el fracaso parcial del golpe de estado del 17 y 18 de julio de 1936 llevado a cabo por una parte del ejé rcito contra el gobierno de la Segunda Repú blica Españ ola, y que se darí a por terminada el 1 de abril de 1939 con el ú ltimo parte de guerra firmado por Francisco Franco, declarando su victoria y establecié ndose una dictadura que durarí a hasta su muerte en 1975.

Como ha señ alado el historiador Santos Juliá la guerra civil españ ola de 1936 a 1939 fue varias guerras a la vez. " Fue desde luego lucha de clases por las armas, en la que alguien podí a morir por cubrirse la cabeza con un sombrero o calzarse con alpargatas los pies, pero no fue en menor medida guerra de religió n, de nacionalismos enfrentados, guerra entre dictadura militar y democracia republicana, entre revolució n y contrarrevolució n, entre fascismo y comunismo".

A las partes del conflicto se las suele denominar bando republicano y bando sublevado:

El bando republicano estuvo constituido en torno al gobierno de Españ a elegido democrá ticamente, formado por el Frente Popular, que a su vez se componí a de una coalició n de partidos republicanos —Izquierda Republicana y Unió n Republicana— con el Partido Socialista Obrero Españ ol, a la que se habí an sumado los marxistas el Partido Comunista de Españ a, POUM, el Partido Sindicalista de origen anarquista y en Cataluñ a los nacionalistas de izquierda encabezados por Esquerra Republicana de Cataluñ a. Era apoyado por el movimiento obrero y los sindicatos UGT y CNT, aunque ellos lo que perseguí an era realizar la revolució n social. Tambié n se habí a decantado por el bando republicano el Partido Nacionalista Vasco, cuando las Cortes republicanas estaban a punto de aprobar el Estatuto de Autonomí a para el Paí s Vasco.
El bando sublevado, que se llamó a sí mismo bando nacional, estuvo organizado en torno a gran parte del alto mando militar, institucionalizado inicialmente en la Junta de Defensa Nacional sustituida por el nombramiento del general Franco como Generalí simo y Jefe del Gobierno del Estado, y se apoyó en el partido de inspiració n fascista Falange Españ ola, la Iglesia Cató lica y la derecha conservadora —moná rquicos alfonsinos, cedistas y carlistas—. Socialmente fue apoyado, principalmente, por aquellas clases a las que la victoria en las urnas del Frente Popular —que iba a continuar con las polí ticas reformistas del primer bienio de la Segunda Repú blica Españ ola— les hizo sentir peligrar su posició n social, y estaban del anticlericalismo y de un posible estallido de la revolució n del proletariado. Como ha señ alado el historiador norteamericano Edward Malefakis, " en la Españ a de 1936, aunque una parte de los militares iniciara la contienda, la guerra no puede definirse —como a veces sigue hacié ndose— como la lucha de los militares —o del Ejé rcito má s un puñ ado de terratenientes ricos y jerarcas eclesiá sticos— contra el resto de la sociedad. Sin el apoyo de muchos españ oles -en especial de las clases medias y altas, pero tambié n de las humildes: millones de pequeñ os propietarios y gente religiosa-, el alzamiento no se hubiera convertido en guerra civil, pese a la mayor eficacia militar con que los rebeldes contaban al principio".
Ambos bandos cometieron y se acusaron recí procamente de la comisió n de graves crí menes en el frente y en las retaguardias. El triunfante ré gimen franquista investigó y condenó severamente los hechos delictivos en la zona republicana despué s de la guerra, en una Causa General con escasas garantí as procesales. Por su parte, los delitos de los vencedores nunca fueron investigados ni enjuiciados, aunque algunos historiadores y juristas sostienen que hubo un genocidio9 en el que, ademá s de subvertir el orden institucional, se habrí a intentado exterminar a la oposició n polí tica. En 2008, el entonces juez Baltasar Garzó n inició la instrucció n de un procedimiento criminal pero el pleno de la Sala de Lo Penal de la Audiencia Nacional decidió por mayorí a de votos que el Juzgado Central de Instrucció n nº 5 dirigido por Garzó n carecí a de competencia objetiva para investigarlos, al considerar extinguida la posible responsabilidad criminal de los investigados a causa de su fallecimiento.

Las consecuencias de la Guerra civil han marcado en gran medida la historia posterior de Españ a, por lo excepcionalmente dramá ticas y duraderas: tanto las demográ ficas (aumento de la mortalidad y descenso de la natalidad que marcaron la pirá mide de població n durante generaciones) como las materiales (destrucció n de las ciudades, la estructura econó mica, el patrimonio artí stico), intelectuales (fin de la denominada Edad de Plata de las letras y ciencias españ olas) y polí ticas (la represió n en la retaguardia de ambas zonas —mantenida por los vencedores con mayor o menor intensidad durante todo el franquismo— y el exilio republicano), y que se perpetuaron mucho má s allá de la prolongada posguerra, incluyendo la excepcionalidad geopolí tica del mantenimiento del ré gimen de Franco hasta 1975.

 






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